Un sermón de Padre Juan Sandoval
Propio 13, Año B
Cuando yo era niño, vivía al lado de la casa de mi abuela Juanita. Ella se levantaba temprano cada día para llegar a la iglesia de San Antonio antes que fue las siete de la mañana porque era el tiempo que comenzaba la misa durante la semana. Ella caminaba de pie porque la iglesia estaba cerca de su casa. Luego en la tarde, cerca de la siete, ella caminaba a la iglesia para rezar el rosario. Creciendo mis primeros años tan cerca de mi abuela, pensaba que era algo de hacer siempre. Solamente sabía que muchas veces ella tocaba en la puerta para que yo fuera con ella a la misa. Nunca pensaba porque ella me llevaba a la iglesia.
Pero cuando crecí, pensaba que mi querida abuela me llevaba para conocer mi Dios, para conocer a mi Cristo. Era más que solamente llegar a los servicios, era también para rezar a Dios por mis amados, familia y enfermos. Era también para rezar a Cristo en la noche antes de acostarnos al fin del día. Así también, mi padre y mi madre se ponían de arrodillas para hacer sus oraciones. Otra vez, yo pensaba que todo el mundo hacia lo mismo.
Mi Abuela hacía otras obras que eran para ayudar y dar apoyo a la misión de la iglesia. Cada sábado, ella estaba en la cocina de la iglesia cocinando algo para vender el domingo y luego dar el dinero a la iglesia. Ella hacia pan dulce, manzanas dulces o empanadas de varios tipos de fruta, ¡todo siempre delicioso! También hacia menudo que cobraba por plato.
Pues, me encantaba esta parte de mi vida y nunca pensaba que era diferente porque si pensaba que todo el mundo llegaba a la iglesia, que todo el mundo rezaba y que daban gracias a Dios y querían ser llenados del Espíritu Santo. Llegar a la iglesia también era para estudiar en clases de catecismo y de biblia. Era tiempo para compartir con primos, con amistades porque ellos también llegaban a la iglesia.
A través de mi vida, especialmente como militar, comparti de diferentes iglesias que ayudan y dan apoyo a los hambrientos, a los pobres y forasteros. Les doy estos ejemplos de hacer el trabajo de Dios. En Augusta, hay una iglesia llamada Iglesia de San Juan. Cada sábado tenían almuerzo para la gente pobre, pero todos eran invitados. Llegaba mucha gente. En Marietta, muchos de la iglesia llegaban a preparar desayuno. Llegábamos a la 5 de la mañana para arreglar la comida. Esta cocina estaba abierta cada día y todavía sirven cada mañana. En Norcross, hay una organización llamada Norcross Coop. Aquí se puede hallar comida para llevar a la casa, dan clases para educar la gente que no conocen como usar el sistema del condado. También tienen clases para los niños durante el verano. Al fin, en la iglesia de San Patricio en Dunwoody, cada miércoles tienen un almuerzo y luego distribuían comida a los pobres. Hay muchos que llegan a compartir y lo que me encanta es que hacen un círculo para orar antes de comenzar. Así ellos todavía dan comida espiritual.
Ahora en la Epístola y en el Evangelio, ambos nos hablan de compartir los dones que Dios nos ha dado. Trabajar para crecer y aumentar el reino de Cristo, el cuerpo de Cristo, el pueblo de Cristo hasta que todos llegan a la madurez de ser cristianos. Así cada uno con diferentes dones dado por Dios, maestros, enfermeras, cocineros, construcción, doctores, sacerdotes y muchos más. Pero no importa porque Dios quiere que usemos estos dones para promulgar en creciendo el cuerpo de Cristo, para compartir el amor de Dios.
¿La gente de Cafarnaúm preguntó a Jesús, ´Que debemos hacer para realizar las obras que Dios quiere que hagamos? ´ Jesús les contestó, ´La única obra que Dios quiere es que crean en aquel que él ha enviado. ´
Y todavía tenían preguntas de señales y las obras de Jesús. Jesús les asegura que todo viene de Dios Padre como mana para comer cuando los hebreos cruzaron el desierto y luego les dio agua de beber que salió de las rocas de la montaña
Si, mis hermanas y hermanos, Dios quiere que creemos en Jesucristo, que amen uno a otro, que hagan sus oraciones y que usen los dones que Dios nos ha dado. Cada uno tiene sus dones de Dios y debemos ser buenos mayordomos de los dones.
Aquí están ustedes este Domingo para llenar su alma con comida y bebida espiritual, comida y bebida que es por siempre, por los siglos de los siglos. Así como nos dijo Jesús,
Yo soy el pan que da vida. Si vienes a mí nunca tendrán hambre y si crees en mí nunca tendrás sed.
Hoy cuando salgan de este templo piensen en sus dones y nunca olvidan que Dios a través de Cristo no nos pide mucho. Oren, hagan trabajo en el nombre de Dios, y nunca olviden que Dios está contigo.
AMEN