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¿No es Éste el Carpintero?

Un sermón de Padre Juan Sandoval
Pentecostés 7, Año B

 

En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra. En el Nombre de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Amen. 

Cuando yo era niño pues me gustaba tanto estar con mi familia.  Mi abuela, mis padres, mis hermanas, mis tíos y tías, mis primos, todos.  Siempre era un tiempo para divertirnos y disfrutar.  Con tiempo entré al militar y estaba alejado de mi familia por muchos años.  Regresaba de vez en cuando porque siempre estaba estacado en diferentes lugares.  Algunas veces estaba dentro los Estados Unidos pero otras veces estaba alrededor del mundo y muy lejos de mi familia. 

Cuando llegaba a mi pueblo a visitar familia todavía me conocían como el mismo hijo, primo o hermano llamado Juanito.  Ellos no sabían que era mi rango en el ejercito ni lo que hacía.  En verdad, casi nunca me preguntaban además de donde había estado.  También en mi tiempo estudie por mi bachillera y maestrilla, pero no me preguntaban de esto tampoco. Luego cuando fui ordenado como diácono, muchos de mi familia no sabían que yo era de orden religiosa. Solamente era Juan o Juanito, hijo de Ernesto y Lilia, sobrino, primo, nieto o hermano. 

Quizás en el pueblo de Jesús, Nazaret, la gente había visto a Jesús crecer poco a poco.  Para ellos Jesús todavía era ese niño o ahora el hijo, el carpintero.  A los treinta años él comienzo su ministerio en este mundo.  Esté día, después que Él había hecho unos milagros, camino al templo y empiezo a proclamar la palabra de Dios en su propia comunidad.  Pero la gente del pueblo parece que no tenían FE en él y lo recibieron con júbilo.  ¿Ellos tenían más preguntas que FE y decían ´donde has sacado esta sabiduría y los milagros que haces? ´ 

Así, Jesús les dice . . .En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra, entre sus parientes y en su propia casa. Él estaba asombrado porque no creían en él. (falta de FE) 

No entiendo como esta gente no saben de todos los milagros que Jesús había hecho.  Digo esto porque los alcaldes estaban muy cercanos.  Así los milagros, actos de Jesús, fueron pasados por palabra, cambiando el agua a vino, calmando la tormenta en el lago, encuentra y expulsa los demonios de legión en Gerasa, ¡sana la mujer que derramo sangre por doce años y resucito a la hijita de Jairo que todos pensaban que estaba muerta!  Es interesante como se portan la gente, el pueblo de Nazaret.  ¿Ellos lo llaman carpintero, esto quiere decir que no es educado y como predicar y de donde vino su sabiduría?  También dicen . . . ¿no es este el hijo de María?  Esto es un insulto que indica que es bastardo.   Jesús no podía hacer tantos milagros porque esta gente no tenía FE.  Piensen en Jairo, en Legión el demonio, ¡y la mujer que derrama sangre . . . todos tenían FE!  Así Jesús podía hacer sus milagros. 

Sí, Jesús tuvo muchos tiempos difíciles, pero él todavía hacia sus propias obras.  Luego, Él les dijo a los discípulos que salgan dos por dos sin nada, solamente un bastón.  Lo envía con la autoridad sobre espíritus impuros, y para sanar los enfermos y proclamar la palabra de las buenas noticias.  Pero, también les dice si entran en una casa que no les reciban, ni quieren oír, salgan y sacúdanse el polvo de las sandalias para que sirva a ellos de advertencia.  Sacúdase el polvo de los pies era un acto que era muy simbólico y tradición cuando los judíos regresaban de tierras no judías.   

Todo esto es misión y evangelismo.  Es claro que el ministerio de Jesús rodea ambos . . . sanar es misión y proclamar es evangelismo.  Esta es una ilustración poderosa y en el equilibrio entre ´haciendo ´la palabra´ y ´hablando´ la palabra.  Todavía hoy hay este misión y evangelismo para cada uno de nosotros.  Imponer sus manos encima de un enfermo y hacer oraciones a Dios para sanarlo y bendecirlo.  También debemos evangelizar y proclamar las Buenas Noticias.   

Un día un judío entro en una tienda de libros y una mujer cristiana que trabajaba ahí, pregunto si podía ayudarle.  El judío dijo . . . ¡Quiero saber más de Jesús!  La mujer lo dirigió a los libros, pero el judío le dijo, . . . No, no me enseñes los libros, dígame lo que crees.  Ella se paró de lo que hacía, pienso por un momento y luego comienzo a decirle todo lo que podía pensar.  Para muchos, cuando salgamos de la iglesia, nos ponemos ansiosos en hablar de nuestra creencia, muchos no están seguros en cuales palabras usar sobre los que creen.  A pesar de todo, quizás sería más fácil expresar nuestra FE en Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, en cómo nos portamos día tras día y solamente decir las palabras que vienen de su alma y su corazón, palabras verdaderas de su alma y corazón. 

Jesús nos ha desafiado en evangelizar y proclamar las Buenas Noticias.  No dejen que un fracaso los limite, siguen caminando y hagan el trabajo de Dios.  Como Jesús envío a sus discípulos, dos por dos, a caminar a través de las comunidades a predicar, proclamar las buenas noticias y sanar a los enfermos y expulsar a demonios, ustedes no tengan miedo de vivir su FE en Nuestro Señor Jesucristo. 

AMEN.