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Apéguense a Lo Bueno

Un sermón de Padre Juan Sandoval
Propio 17 – Año A

 

Cuando vemos la cruz, ¿de que pensamos? ¿Pensamos de Cristo, pensamos de su resurección o quizás pensamos de los aretes, la cadena alrededor del cuello, o un anillo en el dedo? 

Muchas veces yo pienso en la Pasión de Cristo. La cruz un instrumento de tormenta, de dolor, de muerte. La cruz era para dar castigo a los ladrones, los soldados desgraciados, los cristianos pero no los romanos. Antes de poner el prisionero en la cruz, lo azotaban con latigo que tenía ganchos en la orilla para romper el piel, para aumentar el dolor. Luego ponían los clavos en las muñecas y en los pies. Algo horrible. Si han visto la pelicula del Pasión del Cristo que enseña en detalle como sufrio Jesús y siempre lloró cuando pienso en lo que sufrio por nosotros.

Antes de que la cruz fuera equiparada con la salvación y un símbolo de una religión, denotaba algo que con demasiada frecuencia se pasa por alto en nuestras maquinaciones teológicas. Marcó un momento en el que los caminos de la vida no estaban fijos, cuando la dirección de cómo estar en el mundo era incierta, cuando Dios parecía estar desviando el futuro. 

Hemos olvidado cuán maravillosamente inestable fue la primera cruz. Antes de que la cruz fuera algo en lo que creer, fue un momento en el tiempo, un momento en la vida de los primeros discípulos, en el que aprendieron a creer. 

Cuando pienso en esto, me preguntó ¿cuando fue la cruz una memorial de mi fe, de mi creencia en Dios y su hijo, Jesús? Por años yo he tenido una cruz en una cadena alrededor de mi cuello. No es para que otros lo miren, pero es algo personal para mi. Desde que era pequeño y iba a la iglesia con mi abuela y mis padres, la cruz era algo central en mi vida. La cruz era y es un punto central en mi vida. 

Un momento y un lugar en el que usas una cruz no sólo para mostrarle al mundo quién eres, sino para recordarte quién el mundo necesita que seas. Antes de que la cruz significara salvación, era instrumento de condenación. Fue una señal de lo que sucede cuando se cruza el poder y cuando se elige encarnar en el mundo una expresión diferente de poder. 

Significaba la voluntad de oponerse al poder que silencia y oprime: la insistencia en hablar en nombre de aquellos a quienes el mundo crucificaría; el coraje de llamar a una cosa como es. Significó la resolución de renunciar a aquellas sistemas, instituciones y líderes que se eligen a sí mismos sobre los demás, que evitan la comunidad en aras de su propio mejoramiento, que alaban sus cruces como una marca de sus propias obras y no como una bendición para los demás. 

Ämense sinceramente unos a otros. Aborrezcan lo malo y apéguense a lo bueno. Ämense como hermanos los unos a los otros. Dánsdose preferencia y respetándose mutuamente. 

Estas palabras parecen mucho a nuestro pacto bautismal. También en nuestros Votos Bautismales nos dice en cómo debemos portarnos: 

Celebrante ¿Buscarás y servirás a Cristo en todas las personas, amando a tu prójimo como a ti mismo?

Pueblo Así lo haré, con el auxilio de Dios.

Celebrante ¿Lucharás por la justicia y la paz entre todos los pueblos y respetarás la dignidad de todo ser humano?

Pueblo Así lo haré, con el auxilio de Dios. 

También hay la enfermedad de racismo. Para esta enfermedad no hay medicina que podamos tomar. Racismo llega en muchos distintos modos, color de piel, orientación sexual, raza. ¿Y cómo podemos curar esta enfermedad del cuerpo, de la mente, del corazón y del alma? Tenemos que tratar cada persona como nosotros deseamos ser tratados. Arrodillarnos en frente del Señor para orar y pedir su misericordia en nosotros. La iglesia debe tener una misión distinta que es en relación al mundo. Siempre nuestra misión es dar apoyo a estas personas y la Biblia nos guía en como seguir. 

En Levítico 19 No hagan sufrir al extranjero que viva entre ustedes. 34 Trátenlo como a uno de ustedes; ámenlo, pues es como ustedes. Además, también ustedes fueron extranjeros en Egipto. Yo soy el Señor su Dios 

En Isaías 1 ¡Aprendan a hacer el bien, esfuércense en hacer lo que es justo, 
ayuden al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan los derechos de la viuda 

Abraham era extranjero 

Sara era extranjera 

José era extranjero 

Moisés era extranjero 

Jesús era extranjero 

Y Quizás nosotros somos extranjeros. 

La Iglesia Episcopal y también muchas otras iglesias tienen una misión de dar apoyo a estos oprimidos, marginados. La cosa es que todo esto es difícil sin nuestro apoyo y ayuda. Hay muchos ejemplos en la biblia que nos habla en cómo tratar nuestros prójimos. Estos son días nuevos, pero todo se parece como los días de Jesús, muchos oprimidos y marginados por el gobierno. Ahora la ayuda y el apoyo cae en nosotros para conseguir a nuestras relaciones, nuestras amistades y los conocidos en llamar o enviar mensajes a los que están en poder en nuestro gobierno. 

En la Catedral, las virtudes son gracia, excelencia y hospitalidad. Hospitalidad debe ser una de las marcas de la iglesia y de cada iglesia. La iglesia fue establecida de hospitalidad y llego a ser mundial por su hospitalidad. Esto no es solamente dar la bienvenida a los que llegan de nuevo y no es solamente hacer actos de caridad. Hospitalidad debe ser un acto de justicia. Como oímos dos semanas antes de la mujer cananea. Ella habla a Jesús para sanar su hija que tiene demonios. Jesús dice. . No está bien quitar el pan a los hijos y darlo a los perros. Ella dice . . .Si Señor, pero hasta los perros comen las migajas que caen. Por su fe sanó a su hija.

Y así, hospitalidad muchas veces nos ofrece solamente las migajas que caen de la mesa. En verdad debe ser justicia que nos da un lugar en la mesa con todos los demás. Hospitalidad es transformar la sociedad para todos y curar la enfermedad de racismo. Hospitalidad es justicia y es tan importante para preservar a estas personas que son extranjeros en este país y en todo el mundo. 

Es una lástima si todos no damos nuestro amor, nuestro apoyo y ayuda a estos que esperan el resultado por este gobierno. Pero, como nos dijo Pedro en su carta hoy, ámense sinceramente unos a otros. Aborrezcan lo malo y apéguense a lo bueno. Ámense como hermanos los unos a los otros, dándose preferencia y respetándose mutuamente. 

No te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence con el bien el mal. 

AMEN.