The Cathedral of St. Philip - Atlanta, GA

Perdonar

Un sermón de Padre Juan Sandoval
Propio 19 – Año A

 

¿Alguna vez has escuchado esta advertencia? Ten cuidado con lo que pides en oración: podrías obtenerlo. Cuidado: es posible que consigas lo que buscas. Aquí hay una oración que muchos de nosotros hacemos al menos una vez a la semana, pero ojalá la digamos diariamente: perdónanos nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

¿Es eso lo que realmente queremos? Sabemos que queremos el perdón de Dios. De eso estamos bastante seguros. Sin embargo, no estamos tan seguros de la segunda parte, de la forma en que perdonamos a los demás. Sabemos que no somos tan rápidos en perdonar a los demás como esperamos y oramos para que Dios nos perdone a nosotros.

El salmista dice: “El Señor es compasivo y misericordioso, lento para la ira y grande en bondad”. Una gran noticia. Nos equivocamos. Pedimos perdón a Dios. El Señor está lleno de compasión y misericordia, y por eso Dios nos perdona. Pero… cuando alguien nos hace mal, cuando alguien nos ensucia, decimos “un momento”. No estamos tan llenos de compasión y misericordia. No somos tan lentos para la ira y de gran bondad. Es posible que nos enojemos rápidamente y que estemos llenos de... lenguaje malo.

En el fondo, cada uno de nosotros ha pecado, sin importar quiénes seamos o cuán cerca caminemos del Señor. No importa si fuimos criados en la iglesia o somos ordenados, si leemos la Biblia todos los días o lideramos un pequeño grupo de oración, nuestra naturaleza humana imperfecta nos lleva a pecar incluso cuando intentamos con todas nuestras fuerzas no hacerlo.

¿Cuántas veces deberé perdonar a mi hermano si me hace algo malo contra ti o la comunidad?

El Evangelio de hoy nos habla de cuántas veces debemos perdonar, 7 o 77. Si estamos enojado o airado con alguien, no debemos sacar venganza, no debemos requisar recompensa. Lo que debemos hacer es hallar la persona, hacer reconciliación y traerlos de nuevo al rebaño.

Así nuestro papel no es solamente perdonar, pero reconciliar y traerlos de nuevo al rebaño.

Jesús nos da por su ministro que reconciliación es fundamental a su mensaje y misión. Jesús nos da ejemplo también a través de su vida y como trataba a todos. Recuerden de los cobradores de impuestos, las mujeres de mala fama, los leprosos y muchos más. Jesús nos enseña una vida de justicia y paz con enseñanza de lo que es bueno y lo que es mal.

El Evangelio tiene enfoco en el funcionario y sus acciones. El que fe perdonado por su Rey. Pero él fue e hizo mal a otro funcionario o hermano. Él no lo perdonó, pero en lo tiró en la cárcel. El primero hizo mal en vez de perdonar y a pesar de que él fue perdonado por el Rey.

Hay otras historias o parábolas de perdón en la Biblia.

Enviados por su padre, llegaron los hermanos de José a comprar comida, pero ellos no conocieron a José. José les dijo que eran espías de otro país y los puso en la cárcel. Pero con tiempo los envió a traer su hermano Benjamín (el más joven). No querían hacerlo, pero al fin lo hicieron. Al fin, a pesar de lo que los hermanos hicieron a José, el los perdono y él tuvo misericordia de todos y los amaba.

Pablo es un ejemplo del perdón de Dios. El que era perseguidor de los cristianos, pero en el camino Jesús apareció a él. El llego a ser un discípulo muy poderoso y que escribió mucha del Nuevo Testamento.

Una parábola es la del Hijo Prodigo. El hijo menor pida a su padre su parte de la herencia. Él se fue a compartir de toda manera de vivir en otros países. Pero el hijo mayor se quedó y trabajo en la finca de su padre. Pues el hijo menor gastó toda su herencia y ya no tenía nada. Él consigue trabajo limpiando y cuidando los cerdos. Judíos mejor morir que estar cerca de cerdos. Esta era la cosa más baja que pudiera hacer. Tenía hambre y les daba a los cerdos elotes, pero era prohibido que el comiera la comida de los cerdos por el dueño. Luego, piensa, mi Padre tienen mucho de comer, siempre sobra.

 La cosa importante en esta parte de la historia y parábola es que somos hijas e hijos de Dios. Si estamos listos para llegar a su padre y hacer una confesión y para arrepentirse y pedir perdón. ¡Es decir que hemos pecado contra Dios y contra nuestro prójimo, ya no merezco llamarme su hijo o hija! Ojalá que nuestro Padre tendrá tanta alegría por ver nos y en ese momento quizás Nuestro Padre nos perdona y tiene misericordia en nosotros.

Cada semana cuando digamos El Padre Nuestro, hay estas palabras, Perdoné nuestras ofensas como perdonamos a los que nos ofenden. Cuantas veces nos damos cuentas de estas palabras de perdón. ¿Cuántas veces lo hemos hecho? Parecen fácil pero no siempre pasa así.

Aquí podemos olvidar fácilmente que, si bien las fortalezas y virtudes de nuestro carácter pueden ciertamente glorificar a Dios, cuando se trata del Evangelio, nuestro Señor no se ocupa sólo de partes de nosotros, las partes nobles que nos gustaría exhibir, sino más bien Dios busca una relación con el ser humano íntegro, cada pensamiento, palabra y obra, todo, absolutamente todo, lo que somos y hacemos. Y cuando recordamos esto, ninguno de nosotros, santos o pecadores, personas que están fuera de serie en la escala del perdón y aquellos de nosotros que todavía luchamos por perdonar, tenemos una base sobre la que apoyarnos. Todos dependemos completamente de la gracia y la misericordia incondicionales e inmerecidas de Cristo, quien ha eliminado nuestros pecados.

¡Tengan misericordia, amor y perdón a todos seres humanos!

AMEN.